Los videos y las fotografías que exhiben distintos niveles y casos de maltrato animal en el país se han vuelto una constante. Se trata de violencia ejercida por sus propios tutores o hacia animales en situación de calle.
No es una mera percepción. México es primer lugar en América Latina (y tercero en el mundo) con mayor número de casos de maltrato animal, de acuerdo con el INEGI. Se calcula que cada año fallecen 60 mil animales con crueldad.
Entre 2020 y 2022, el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México atendió más de 17 mil 600 reportes por maltrato animal, el 87 % relacionado con perros. En cuanto al perfil de quienes reportan, el 72 % son mujeres.
Los especialistas en estudios criminológicos coinciden en que la crueldad hacia los animales y la violencia contra otros seres humanos tienen una relación directa. En resumen: Cuando hay maltrato hacia un perro o un gato, es altamente probable que también haya maltrato a infantes, adultos mayores y mujeres.
Esta es una de las premisas que sustenta que el delito de maltrato o crueldad contra los animales sea un tipo penal considerado en la legislación mexicana.
¿Qué hace falta para frenar el maltrato animal?
“Las leyes, reglamentos y normas en materia de Protección a los Animales serían buenas, pero no se respetan”, dice Carmela Rivero, presidenta de Fundación Antonio Haghenbeck (FAH).
“Las leyes que tenemos son suficientes para garantizar una detección del maltrato. Si no se aplica, la impunidad fomenta que se continúe el maltrato animal, porque no pasa nada”, añade.
FAH nació hace casi cuatro décadas para mitigar la crueldad contra los animales en rastros y antirrábicos. En 1996 comenzó una campaña constante de esterilizaciones como “la forma más humanitaria posible para reducir la sobrepoblación de animales en la calle”, cuenta Rivero.
En Ciudad de México, el maltrato animal se castiga con penas de 6 meses a 2 años de cárcel y multas de 3,100 a 6,200 pesos. Penalizar estas conductas busca proteger los derechos de los animales y detener el ejercicio de violencia sobre éstos, así como el riesgo potencial sobre los seres humanos.
En junio pasado se viralizó el caso de un hombre que al salir de una carnicería, cargó a un perro que iba pasando y lo lanzó a una cazuela con aceite hirviendo. El can se llamaba Scooby. El asesino: un policía que cobraba derecho de piso, conocido por golpear a su mujer. Le dieron tres años de prisión.
Rivero explica que este tipo de casos nos obligan a hablar de «esa parte más oscura de los humanos y de cómo los animales también terminan siendo víctimas de la violencia”.
“La educación es donde comienza todo. Desde que un niño es chiquito, hay que sembrar la semilla del respeto a los animales y a todos los seres vivos, porque ese niño tiene que aprender empatía y compasión. Si eso no existe, qué ser humano va a ser. Es muy importante la educación y la sensibilización”, puntualiza Rivero.
Denunciar es clave
El rescate de animales que viven condiciones de tortura implica la denuncia ciudadana y el actuar de las autoridades. No hay una estadística oficial de cuántos animales se rescatan en todo el país por vivir maltrato.
En la Ciudad de México, en el primer semestre de 2023, la BVA atendió más de mil denuncias ciudadanas, rescató y brindó atención a 139 especies y dio seguimiento a la adopción de casi 100 animales domésticos.
De hecho, en esta entidad, la Brigada y FAH celebraron un convenio de colaboración para que más de 200 animales de compañía rescatados de maltrato tengan un espacio digno donde vivir en la recién inaugurada “Ciudad de los perros y los gatos”.